A pesar de la sensación de que el tiempo fluye plácidamente, el mundo convulso nos mece como si viajáramos en un barco de papel sobre una corriente de lava candente. Queremos y
necesitamos aferrarnos a la continuidad, a la seguridad, a la sensación tranquilizante de controlar nuestras vidas, pero solo es mera ilusión. Una ilusión perfecta justo hasta ese momento en
el que todo cambia.